Es muy común encontrar hoy en día una gran cantidad de concursos y reality shows con premios muy atractivos que permiten cumplir sueños y expectativas. Vemos por tanto participantes con verdaderos ideales, otros que luchan fuertemente por alcanzar sus sueños sin importar lo que tengan que hacer; gente que verdaderamente se esfuerza por alcanzar ese ansiado premio que le permitirá pagar un carrera profesional, cubrir el tratamiento médico de un familiar enfermo o con alguna discapacidad; mejorar las condiciones de vida, etc. Hay otros participantes en cambio, que sus aspiraciones son menores y tienen vigencia ya que con el tiempo pierden valor y sentido, como por ejemplo ganar el premio que les permitirá someterse a una cirugía estética, realizar un viaje muy deseado o tener dinero. "Con este tipo de programas televisivos podemos constatar que el ser humano desde siempre ha buscado satisfacer sus ideales y realizarse en ellos. En relación a lo anterior es importante por tanto que los jóvenes sepan distinguir cuáles son sus aspiraciones más profundas y que realicen un análisis concienzudo de sus proyectos. Para que en determinado momento sepan dar prioridad a aquello que les haga fundamentar firmemente su persona". Desde luego no está mal que piensen en adquirir bienes materiales, que sueñen con conocer otros lugares o que deseen terminar una carrera profesional, pero deben reconocer que todo aquello que puedan conseguir en bienes terrenos no se compara en nada con alcanzar aquellas aspiraciones que no caducan y desde luego Dios ofrece: "La Vida Eterna". El Papa Francisco nos da un consejo muy elocuente al respecto: "En la cultura de lo provisional, de lo relativo, muchos predican que lo importante es "Disfrutar" el momento, que no vale la pena comprometerse para toda la vida, hacer opciones definitivas "para siempre", porque no se sabe lo que pasará mañana. Yo en cambio, les pido que sean revolucionarios, les pido que vayan contracorriente; sí, en esto les pido que se rebelen contra esta cultura de lo provisional, que, en el fondo, cree que ustedes los jóvenes no son capaces de asumir responsabilidades; cree que ustedes no son capaces de amar verdaderamente. Yo tengo confianza en ustedes, jóvenes, y pido por ustedes, Atrévanse a "ir contracorriente". Y atrévanse también a ser felices". Ante este panorama tan caduco en el que se desenvuelven abiertamente los jóvenes es importante entonces atender las siguientes recomendaciones:
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